MI MUNDO ES UN LUGAR DONDE LA GENTE ENCUENTRA ESPERANZA.

Al describir un momento crucial en la vida de Jesús con sus discípulos, la Biblia dice que Jesús “los amó hasta el fin” (Juan 13:1).

¿De qué manera Jesús les mostró a sus discípulos hasta qué punto podía llegar ese amor? Al quitarse la túnica, ceñirse una toalla alrededor de su cintura e ir de discípulo en discípulo para lavarle los pies.

El servicio es la demostración suprema del amor. 

Al dejar de lado nuestras propias agendas, vivimos mediante el servicio nuestro compromiso con el bienestar de los demás, a menudo en perjuicio nuestro.

La vida a menudo golpea duramente a algunos habitantes de nuestro mundo. Acaso una comunidad carece de agua potable, un niño no puede acceder a la educación o una madre que lucha para proveer para sus hijos siente que no le quedan buenas opciones.

Cada día, el Espíritu de Dios motiva a las personas para que actúen de manera altruista y desinteresada para cambiar el mundo que algunos enfrentan desde un lugar de desesperanza, para pasar en cambio a uno de esperanza.

Los adventistas creen que la amonestación de amar a Dios con toda nuestra mente, corazón y alma lleva naturalmente al compromiso de amar al prójimo mediante actos de bondad y servicio.

Usted está invitado a descubrir algunas de las maneras por las cuales tratamos de cambiar el mundo. Más aún, está invitado a unirse a nosotros y descubrir de qué manera quiere Dios que cambiemos el mundo por su medio.




LOS MISIONEROS

UN MENSAJE QUE HAY QUE COMPARTIR

Dijo Jesús: “Id y haced discípulos a todas las naciones” (Mateo 28:19).Estas palabras, conocidas como “la Gran Comisión”, son una motivación para los adventistas.

 

En 1874, John Nevins Andrews salió rumbo a Europa como el primer misionero oficial adventista. Andrews organizó un grupo de creyentes en Suiza y ayudó a iniciar una casa editora.

Hoy día, la Iglesia Adventista del Séptimo Día está presente en más de doscientos países. Su compromiso incluye la televisión satelital y la radio de onda corta en todo el mundo, un inmenso programa de publicaciones, miles de instituciones educativas, una gran red de hospitales y clínicas, y cientos de misioneros en el extranjero. También incluye una obra humanitaria mundial por medio de la Agencia Adventista de Desarrollo y Recursos Asistenciales (ADRA) y de Servicios Comunitarios Adventistas (ACS).

La obra misionera implica no solo compartir la historia de Jesús sino aliviar el sufrimiento. Jesús explicó que cuando regrese dirá a sus seguidores: “Porque tuve hambre y me disteis de comer; tuve sed y me disteis de beber; fui forastero y me recogisteis; estuve desnudo y me vestisteis; enfermo y me visitasteis; en la cárcel y fuisteis a verme […]. En cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis” (Mateo 25:35-40).

Los adventistas del séptimo día apoyan con generosidad la obra misionera por medio de sus diezmos y ofrendas. Como lo declara el sitio web de misión de la iglesia: “Mientras exista una persona que no conozca el amor de Dios, aún tendremos necesidad de misioneros”.

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OBRA HUMANITARIA

UN LLAMADO AL SERVICIO

Desde que en 1956 se estableció la Obra Filantrópica y Asistencia Social Adventista (OFASA), la Iglesia Adventista ha dado una prioridad continua a la ayuda humanitaria y al desarrollo comunitario.

 

Hoy día, la obra humanitaria adventista llega a más de 120 países y sirve a decenas de millones de personas por año. Esta prioridad surge de una profunda creencia en el servicio. A lo largo del Antiguo Testamento, Dios hizo provisión para los pobres y menos afortunados que vivían en Israel. En el Nuevo Testamento, los escritos del apóstol Pablo muestran a una iglesia cristiana que dio de buena gana y con generosidad para apoyar a sus necesitados (Deuteronomio 15:1-11, 2 Corintios 8:8-15)

En nuestro mundo abundan las guerras, los desastres naturales, la pobreza y el hambre, y se nos motiva a alcanzar a los que sufren en nombre de Jesús. Nuestra fe nos inspira para que mostremos el amor de Cristo al mundo que nos rodea. Puede que la fe expresada en acciones implique sacrificios, pero solo al servir desinteresadamente a otros llegamos a reflejar verdaderamente a Cristo.

Nuestra fe activa se expresa personalmente en el servicio diario a los que nos rodean y, corporativamente, en organizaciones humanitarias tales como la Agencia Adventista de Desarrollo y Recursos Asistenciales (ADRA), y Servicios Comunitarios Adventistas (ACS). Para los adventistas, no alcanza con reconocer que existe la pobreza. Tenemos que vivir una vida de la cual fluya hacia otros la gracia que Dios nos ha dado, por medio del amor, el cuidado y la generosidad (Mateo 25:31-45).

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LIBERTAD RELIGIOSA

LA LIBERTAD DE CREER

La Iglesia Adventista del Séptimo Día cree fuertemente en la libertad religiosa para todas las personas. La conciencia de una persona, no el gobierno, debería dictar sus elecciones de adoración o de falta de ella.

 

Mediante la obra del Departamento de Relaciones Públicas y Libertad Religiosa (PARL), hemos defendido estos objetivos durante más de cien años ante gobiernos y organizaciones religiosas nacionales e internacionales.

Esta defensa asume muchas formas: la lucha contra leyes que coarten las libertades religiosas individuales; el trabajo para liberar a individuos encarcelados por cuestiones religiosas; y el apoyo de los derechos de los individuos despedidos de su trabajo por seguir su conciencia, por nombrar unas pocas.

Como la voz oficial de la Iglesia Adventista en cuestiones de libertad religiosa y derechos humanos, el PARL tiene oficinas en Washington D.C., lo que le permite un acceso conveniente al Congreso de los Estados Unidos; en la ciudad de Nueva York, para tener un enlace con las Naciones Unidas; y en la sede central de la Iglesia Adventista en Silver Spring, Maryland. El PARL también auspicia la Asociación Internacional de Libertad Religiosa (IRLA) en nombre de la Iglesia Adventista. La IRLA es una organización no sectaria que apoya la libertad religiosa en el mundo.

La IRLA, que es la primera organización de este tipo, reúne a representantes de muchas religiosas, incluidos católicos, bautistas, musulmanes, judíos, mormones y budistas, entre otros, para apoyar la libertad religiosa. El PARL y la IRLA promueven esta cooperación vital mediante conferencias, festivales de libertad religiosa y otros eventos, creando una conciencia colectiva y educando a los funcionarios de gobierno de diversas partes del mundo.

Esta prioridad es de vital importancia para la Iglesia Adventista del Séptimo Día. Aunque somos una denominación que está creciendo rápidamente en el mundo, la iglesia constituye a menudo una minoría religiosa y, en consecuencia, comprende la importancia de garantizar que se permita expresarse a todas las voces.

La Iglesia Adventista cree que luchar contra la opresión religiosa y defender el derecho de un individuo de adorar de acuerdo con su conciencia, sin importar la afiliación religiosa de esa persona, favorece a todas las personas.

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Las creencias adventistas tienen el propósito de impregnar toda la vida. Surgen a partir de escrituras que presentan un retrato convincente de Dios, y nos invitan a explorar, experimentar y conocer a Aquel que desea restaurarnos a la plenitud.

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